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jueves, 6 de febrero de 2014

El huerto de las excusas.

Nos pasamos el día preguntando (y re-preguntando) cosas importantes, absurdas, que se dan por sabidas, para tantear, por cortesía. Preguntamos, y punto. Pero, a la hora de la verdad, cuando olvidamos la existencia de la ética y la objetividad, preferimos callarnos. Porque en ese silencio cabe todo lo que desearíamos oír; todo lo que nos gustaría que el otro sintiera.