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viernes, 13 de enero de 2012

Beber de sus palabras.

No eran ni las 7 de la tarde, pero la noche cerrada y la temperatura glacial de aquel momento invitaban a beber algo caliente. Fue a la cocina para  preparar un submarino. Entonces lo vio. Sobre la encimera había un sobre amarillento que olía a helado de rosa, a aguacate y vino. Lo agarró ansiosa, con ganas de beber de sus palabras.