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viernes, 29 de octubre de 2010

Con asunto destacable.

(Desde Madrid centro)

Llueve. Llueve tanto que el pelo se encrespa aun más y los piés tiritan por los calcetines empapados. Las gotas resvalan por la cazadora y por mi cara. Que importa. Viene a mi memoria, dónde es imposible que las cosas se mojen y se disuelvan, aquellas tardes refugiadas de este tiempo triste, en cualquier ciudad, con chocolate caliente. Que importa empaparme más todavía. Entro en la estación de Atocha. Me detengo en el puesto de los libros. Donde solíamos vernos. Ahora no hay ninguno que merezca la pena. Subo al tren. Desde ahí, la ciudad iluminada queda lejos, otra vez. Más allá, incluso, que Sttugart. Pero así son los recuerdos. Vienen, pero permanecen con nosotros.

lunes, 25 de octubre de 2010

Entre molinos.

Tiempo ha, desde que no sentía nada. Ni el tarareo de la música en mi cabeza. 
Es difícil darlo todo. La constancia. La templanza. No echar de más. 
Pero, ahora, los domingos son para deslizarse hasta el infinito.

jueves, 21 de octubre de 2010

¿Recuerdas cómo se ama?

Veintiún segundos para reflexionar.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Sobra lo que no se echa en falta.

La amplitud de las calles es como un libro abierto y sin letras: andes por donde andes no hay nada más que la soledad transeúnte. Así como son las historias de nuestro barrio es la avenida de los Almendros. Recorremos las estaciones de los años y, los lustros de los siglos y, los días se hacen el mismo. La historia permanece lineal. Si vemos un niño solo queremos volar. Si escuchamos música solo pretendemos soñar. ¿Y si…? ¿Y si…? Y si nos ocultamos es por no mostrar de más. Si vemos las nubes solo cavilamos en cómo se persiguen las unas a las otras los días con viento del cierzo. Ya no nos sorprende la habitación iluminada por la luna, ni los coches cubiertos de amor, a media noche.

martes, 19 de octubre de 2010

Hasta que te perdones.

Vuelta del frío, sobre todo cuando te metes en la cama con el edredón solitario. Son los segundos más gélidos del día.Estos domingos, que marchitan las semanas, ya no dejan tiempo para más dedicación que la propia no dedicación.
Caminar rápido ya no tiene sentido: las plantas de los pies se han quedado sin fuerzas. Los tacones desgastados de perderse en la ciudad a oscuras.
La boca que calla el sabor amargo de las bocas que besó.


Despedida a Saramago, auditorio Pilar Bardem, Rivas Vaciamadrid:

"El viaje no acaba nunca, solo acaban los viajeros". 

José Saramago.

martes, 12 de octubre de 2010

Ahora.

En la cocina huele a bizcocho de chocolate, recién hecho. Te digo que pases. Huele a vida, contigo. Me hablas y yo, mientras, pensando en que me sentaría en aquel viejo banco a mojarme con las primeras lluvias del otoño, contigo. Pensando en que una vez nevó y escribí tu nombre junto al mío en la luna del coche. Y tú no paras de hablar. Otra tarde llovió tanto que nos calamos, corrimos hasta tu casa y te robé la ropa. ¡Y cuando hacía sol! Los días calurosos nos revolcábamos por el césped. Si sigo pensando me rendiré aquí mismo, me digo. Y de repente callas y me dices que te acompañe a la puerta. Y te vas.

domingo, 10 de octubre de 2010

Salamanca.


Ya lo tengo todo controlado, aunque durmiera treinta minutos.

lunes, 4 de octubre de 2010

Alas rotas.

Los afectos del corazón están divididos como las ramas del cedro; si el cedro pierde una rama vigorosa, sufre, pero no muere. Dará toda su savia a la rama contigua, para que crezca y llene el espacio vacío.
Khalil Gibran.

domingo, 3 de octubre de 2010

Canciones que archivar.



Ahora todo se escribe con h.