En la cocina huele a bizcocho de chocolate, recién hecho. Te digo que pases. Huele a vida, contigo. Me hablas y yo, mientras, pensando en que me sentaría en aquel viejo banco a mojarme con las primeras lluvias del otoño, contigo. Pensando en que una vez nevó y escribí tu nombre junto al mío en la luna del coche. Y tú no paras de hablar. Otra tarde llovió tanto que nos calamos, corrimos hasta tu casa y te robé la ropa. ¡Y cuando hacía sol! Los días calurosos nos revolcábamos por el césped. Si sigo pensando me rendiré aquí mismo, me digo. Y de repente callas y me dices que te acompañe a la puerta. Y te vas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario