Ahora llueve todo un verano: diversión, buena compañía, la vida en las terrazas, viajar sin rumbo, colarse en las piscinas por la noche, la resaca incrustada, dormir al medio día, las picaduras de mosquito, las naranjas exprimidas y los torneos de palas.
Llueve y no va a parar. Porque mi madre ya no hace gazpachos y vuelven las noches heladas. Y porque ya no habrá más domingos para nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario