La primera vez me negué a regalarlo. Al cabo del tiempo, y quizá con un sentido de unidad, decidí comprar "Las lágrimas de San Lorenzo", que de una manera u otra viene a describir la fugacidad de la vida y a reflexionar sobre las relaciones. La escena es sencilla: un padre con su hijo mirando la inmensidad del cielo estrellado. A partir de ahí Julio Llamazares habla de la infancia perdida, del amor y del postamor, del alzheimer, de la saudade, de los recuerdos y del paso del tiempo...
"Todas
las épocas terminan y lo mejor es dejar que se desvanezcan en lugar de prolongarlas
artificialmente en el tiempo como he visto hacer a muchos ignorando que la
naturaleza de éste es precisamente su fugacidad".
En fin, no sé, será que este es el mes de las estrellas, de las que se fueron y de las que se quedaron.
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