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viernes, 25 de junio de 2010

Me dan miedo las tormentas.

El final de todo. El verano que se dispone a decir adiós. A las niñas, al inglés, al metro recién levantado, al café caliente y a su mirada revuelta. Demomento me consuelo con un hasta luego Madrid. Porque a mi también me gusta ir a ver el mar y sentarme mientras mis pies se hunden lentamente en la arena. Consigo desaparecer. Y en lo más lejano del horizonte se encuentra mi mente vagando. Allí estaré, escondida en una cala levantina, lejos de estos demonios, del secano que tuesta mi piel, de mis patines, de mis debilidades y de mi propio yo.

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