
No hace más de cinco horas desde que me he acostado, pero ya he encontrado algo nuevo con lo que maravillarme. En la azotea más alta de Madrid el sol cegador me hace llorar, impidiéndome fotografiar la Gran Vía.
Pero desde este cenit la imaginación vuela a lo que fue el Madrid de 1936. Claro, que Robert Capa y Gerda Taro coperan en ello revelando el bando republicano desde un fotoperiodismo auténtico.
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