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domingo, 10 de enero de 2010

Frío

Estoy tan desconcentrada que oigo caer los copos sobre el duro asfalto e, incluso si me abstraigo aún más, escucho tus latidos furiosos, rotos en la conversación. Y en cuestión de minutos, el devenir del hombre se mezcla con el invierno, los enfados con el encierro y, si cabe, la imagen sintética de mi ventana abandonada de vida.

Y me pongo a contar el tiempo que llevo sin sonreir, la cantidad de gritos por soltar y el sabor de las lágrimas que se llevan mis sábanas, pero prefiero dejarlo todo y seguir escuchando, ya no sé si los copos en silencio o el silencio que dejan en este doloroso invierno.

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